¿Será que Colombia está perdiendo su brillo?
Firmas extranjeras abandonan el país ante el deterioro de la economía y presiones de un sistema tributario complejo y oneroso.
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El anuncio de Citibank a mediados de febrero de que cerrará sus operaciones en Colombia se sumó a decisiones similares tomadas en los últimos años por otras grandes compañías globales que llevaban décadas operando en el país. Algunas de estas decisiones reflejan las estrategias de reposicionamiento global de estas empresas, más que consideraciones locales. Sin embargo, los reportes han despertado dudas de que Colombia esté perdiendo atractivo como destino de inversiones debido a su complejo régimen tributario, incertidumbre en el proceso de paz con la guerrilla y el deterioro del panorama económico local.
La decisión de Citibank forma parte de su estrategia global de cerrar su negocio de banca retail en muchos mercados emergentes. Pero fue recibido con decepción por los consumidores e inversionistas colombianos. El ánimo de los inversionistas se ha deteriorado debido a la creciente inflación y a la depreciación de la moneda, el menor crecimiento del PIB, escándalos de corrupción y preocupación sobre la capacidad del gobierno para manejar el proceso de paz.
Otras preocupaciones incluyen la amenaza de un racionamiento eléctrico debido a la sequía, probables alzas de impuestos y temores de que el virus Zika se convierta en una pandemia. El pesimismo aumentó luego de que el 16 de febrero Standard & Poor’s puso la calificación de crédito de Colombia en perspectiva negativa para una rebaja.
Otras fugas connotadas
El 18 de febrero, un día antes del anuncio de Citibank, la cadena chilena de retail Ripley también reveló sus planes para abandonar el país, donde tiene seis tiendas en cinco ciudades. La compañía citó un inesperado “cambio” en las condiciones macroecómicas del país, y destacó que ha perdido
US$ 26 millones desde su inauguración en 2013. Aunque algunos expertos creen que Ripley en realidad se va por fallas en su estrategia de posicionamiento (similares a las que llevaron a La Polar, otro retailer chileno a dejar el país en 2014), la realidad es que el deterioro de las condiciones económicas probablemente fue uno de los factores en la decisión final del operador minorista.
Aunque en los últimos meses diversas compañías de petróleo y gas han dejado Colombia debido a la crítica situación de la industria a nivel global, nombres más grandes en otros sectores también han partido. La lista de multinacionales que tenían fábricas establecidas en el país desde hace décadas pero que comenzaron a abandonarlas a mediados de 2013 incluye al fabricante francés de neumáticos Michelin, la farmacéutica y química alemana Bayer, la automotriz japonesa Mazda y la productora de alimentos estadounidense Mondelez (ex Kraft). Pay Pal, la firma de procesamiento de pagos electrónicos también se retiró citando falta de una regulación adecuada para el comercio electrónico, aunque la mayoría de las multinacionales que han cerrado operaciones lo han hecho principalmente debido a la elevada carga tributaria.
El factor impuestos
Como destaca el modelo de ambiente de negocios de la The Economist Intelligence Unit (un pronóstico del clima de negocios de un país para los siguientes cinco años), la mayor debilidad competitiva de Colombia es su vieja y deteriorada red de transporte, que eleva los costos de la logística, y su complejo y oneroso régimen tributario. Este último ha llevado a muchas multinacionales a reubicarse en jurisdicciones tributariamente más favorables, como México, y a atender al mercado colombiano desde ahí con bajos o ningún arancel aduanero debido a sus acuerdos de comercio bilateral. Según el informe Doing Business del Banco Mundial, aunque Colombia mejoró su posición global en términos de pagos de impuestos en 2015, todavía es muy poco competitiva comparada con otros mercados de Latinoamérica: su tasa total de impuestos como proporción de las ganancias asciende a 69,7%, menos que el 77,3% del año anterior, pero todavía muy por sobre el 51,7% de México.
La administración del presidente Juan Manuel Santos está ahora evaluando una amplia reforma tributaria —siguiendo recomendaciones de una comisión independiente— pero no es seguro que sugerencias clave para hacer que el sistema sea más justo y simplificar y reducir las tasas de impuesto corporativo efectivo, sean implementadas. El gobierno parece inclinado a subir los impuestos al consumo y bajar los tributos a las empresas, pero esto podría resultar políticamente inviable. Santos intentará evitar decisiones impopulares, considerando que necesitará un masivo respaldo popular para el plebiscito donde buscará validar un acuerdo de paz.
El gobierno debe encontrar nuevos recursos para contener un creciente déficit fiscal, provocado por el derrumbe del petróleo. El 22 de febrero anunció que recortará el gasto en US$ 1.800 millones, una baja de 3%, pero esto es insuficiente.
El momento para una reforma tributaria tampoco es oportuno con el gobierno aún bajo escrutinio tras las recientes revelaciones sobre los extravagantes gastos de la oficina presidencial y una percepción de que la burocracia está fuera de control. Aun así esperamos que Santos asegure apoyo en el Congreso para una reforma tributaria antes de que termine el año, lo que ayudará a calmar a las agencias calificadoras y a los acreedores.
Todavía atractiva
Las dificultades económicas que enfrenta Colombia, con bajo crecimiento y aumento en los déficit de cuenta corriente y fiscal, y los desafíos que afronta para completar un acuerdo de paz, han generado pesimismo sobre su capacidad para seguir atrayendo inversión. De hecho, la entrada de Inversión Extranjera Directa cayó 43% en 2015, según cifras preliminares.
Pero, aunque persisten riesgos a la baja, por ahora mantenemos nuestro supuesto base de que Colombia se ajustará al nuevo entorno de bajos precios de commodities y que el panorama de mediano plazo se mantendrá saludable. La inversión extranjera probablemente seguirá cayendo desde máximos históricos, principalmente por los problemas en la industria petrolera, pero esto será compensado en parte por una gradual llegada de multinacionales en otros sectores más dinámicos. Los inversionistas seguirán siendo atraídos por el gran mercado de Colombia, sus políticas mayormente ortodoxas, el repunte gradual en los indicadores macroeconómicos en el mediano plazo, y la mejora en la seguridad y estabilidad política tras un acuerdo de paz.
Economist Intelligence Unit